La magia es una forma de estar en el mundo, es vivir la relación con la vida desde la intensidad de tu ser esencial.
Tiene que ver con la percepción de lo sagrado en todo lo que hacemos. Con permitir que la vida te traspase y en cada respiración te llenes de la fuerza de la existencia.
No es aprender rituales, lanzar hechizos, hacer manifestaciones. No es un escape ni una fantasía, es un fuego que arde en lo cotidiano, en cada decisión, en cada paso que das con conciencia.
Es un compromiso con la verdad de tu espíritu, con la transformación que exige coraje, con el desafío de mirar tus sombras sin temblar. Nada tiene que ver con poses pietistas y aparatosidad estética. Requiere una gran entrega a la totalidad de tu ser real.
La magia no es teoría, no es simple contemplación. Es acción. Es estar vivo en el filo del abismo, dejando que el destino y tu voluntad forjen juntos la senda que solo tú puedes caminar, esa senda que tú mismo encuentras y no es determinada por ninguna doctrina, libro o gurú, sino solo por tu corazón.
Todas las religiones tienen el camino del mago, incluso las que dicen rechazar la magia. La esencia de ese camino es abrirse a la vivencia de la voluntad del Poder, del Gran espíritu o como quieras llamarle y seguir esos impulsos.
Vive con intensidad, porque solo quien arde ilumina el camino.
Daniel Curbelo

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