El deseo no se controla

Veo varias publicaciones donde se promueve el control del deseo para supuestamente transmutar

Lo que están haciendo es generar tremendas neurosis disfrazadas de rendimiento y purificación espiritual, una droga muy fuerte para cualquier espiritualista moderno. Se usan mucho estas dos palabras «controlar» y «retener», lo cual no tiene nada que ver con la verdadera transmutación de la energía primal.

Esta frase de Krishnamurti es muy esclarecedora hablando de la comprensión del deseo: «Es ser consciente del deseo sin nombrarlo, sin rechazarlo ni aceptarlo. Es sencillamente darse cuenta del deseo, como os dais cuenta de un niño.» Pero estos nuevos alquimistas quieren controlar y controlar para fortalecer su importancia personal.

La transmutación se da de diferentes maneras y es bastante fácil de constatar cuando la energía asciende desde los chakras inferiores y genera un estado de inspiración y conexión con lo sublime. Cada uno tendrá que encontrar cuál es su forma original de transmutar, de eso se trata la magia, no de hacer prácticas que otros dicen solamente. Veamos algunas sugerencias:

1. A través del arte que conecta con el centro emocional superior.
2. Practicando ejercicios bioenergéticos como Chi kung, Tai chi, Yoga, etc.
3. Escuchando buena música que active los chakras y cuerpos superiores.
4. A través de la Devoción apasionada.
6. Rituales mágicos. La magia está íntimamente relacionada con la energía sexual.
7. A través de la Meditación.
8. Observando la realidad sin nombrarla.
9. A través de la atención plena y el desarrollo del sentido espacial.
10. Danzas místicas y estados de trance.
11. Alquimia sexual en sus diversas formas.
12. Caminata meditativa.
13. Escucha de la totalidad del sonido.
14. Integrarse con el deseo y no combatirlo.
15. Alinear los chakras y el canal central.
16. Magia elemental.
17. Yoga rúnico con sus mantras.
18. Vínculos profundos con otros seres humanos.
19. Conexión profunda con la vida en general, con la naturaleza y con paisajes cargados de «baraka».

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Daniel Curbelo