El Tao te habla delicadamente
El Tao actúa infaliblemente en el cosmos. Las cosas que nos rodean no pueden dejar de ser lo que son, ni de obedecer esa única Ley.
El Tao actúa en la naturaleza. Ahora bien, en el ser humano opera de un modo especial: al individuo, le habla; no le impele, sino que le invita; no le fuerza, sino que, delicadamente, le inclina o le sugiere. Precisamente por esto el ser humano es co-creador.
El sublime Uno, cuyo oráculo está en Delfos, ni revela ni oculta, sino que sugiere, indica, da a entender.
Heráclito, fragmento 93
[…] La acción del Tao se manifiesta en el mundo animal, mineral y vegetal como instinto y ley. En el ser humano, en virtud de su naturaleza auto-consciente, como inclinación de su voluntad y como conocimiento o comprensión. La persona no solo obra y actúa según los dictados del Tao, sino que participa de modo consciente de ese obrar. Es invitado a comprender y a querer esa Ley, que es la ley de su propio Ser; es invitado a elegirla y a aceptarla, es decir, a elegirse y a aceptarse a sí mismo. Puede ser conscientemente co-creador, colaborador con la Inteligencia que le permite ser lo que es. Esta Inteligencia es su más íntimo Yo y, por ello, no es una fuerza o una voz que lo enajene; es la voz de su verdad íntima, de su propia realidad.
El Tao habla delicadamente: sugiere, invita. Respondemos activamente a esta invitación cuando nos mantenemos vigilantes, atentos, a la escucha.
Mónica Cavallé