La vía de Eros es un llamado al amor, al despertar, a la transfiguración. Porque el amor, además de ser un misterio, no es un mero susurro de placer, sino una tormenta que purifica, un fuego que consume lo falso para que lo real pueda nacer. Por eso ese fuego es buscado incesantemente pero a la vez es temido.
Si miramos varias mitologías encontraremos un mensaje oculto en las diferentes parejas de dioses o semidioses. Ya sea Shiva y Shatki, Osiris e Isis, Freya y Od, Krisha y Radha o Jesús y Magdalena todas esas metáforas hacen alusión al romance entre el alma y la eternidad. Cuando los sufis hablan de la relación con el Amado nos sugieren un romance, donde hay seducción y embriaguez del éxtasis.
¿Por qué crees que se enseña de esa manera? Porque la espiritualidad tiene que ver con la intimidad, con la apertura de tu corazón a la inmensidad de ti mismo, pero a veces necesitas un «otro» en el que zambullirte. Para ir a tu profundidad necesitas ir a la profundidad de otro ser. Porque necesitas esa vulnerabilidad para estar más allá de la mente.
Una alquimia en pareja es un viaje en la barca del corazón por el mar de la energía amorosa entre dos seres. Es un viaje multidimensional porque ocurre en todos los cuerpos, no sólo en este cuerpo físico. Es una incursión al inframundo para ascender al despertar, para vivir el misterio del amor: dos que se encuentran para despertar el Uno.
Y en ese viaje, inevitablemente, uno se encuentra con sus propios espectros. La herida nunca cicatrizada. El deseo de controlar. El miedo a entregarse. Ahí está la verdadera prueba: mirar dentro sin huir, sin disfrazarse con espiritualidades cómodas. Porque solo el que ha caminado por su noche puede reclamar su amanecer.
En esa imagen que ves son dos serpientes que se encuentran, hay un gran misterio allí porque son dos fuerzas mágicas que confluyen en una columna de luz.
Daniel Curbelo
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