
Algunos maestros taoístas cambian el uso de las palabras «energía sexual», por el de Soplo Espiritual Sensible. El motivo es que este último concepto integra la idea del Soplo, ese hálito común a todos los seres, ligado al espíritu y a lo sentidos. Y en la medida que está ligado al espíritu se fusiona con la vivencia del amor. En cambio si decimos «energía sexual» las personas piensan en sexo y genitalidad. El Tao del amor no es sobre eso, sino precisamente sobre la vivencia del amor.
Para los taoístas la visión terapéutica del amor sexual abarca tres consideraciones:
1) Tiempo de duración de la relación. No se trata de hacer un record de estar horas y horas haciendo el amor, sino el espíritu de esta recomendación está en darse tiempo para el amor. Darse tiempo para estar con el otro, para disfrutar y disfrutarse. Tiempo para las caricias, tiempo para los besos, tiempo para las miradas, tiempo para solo abrazarse. Aprender a no correr tras los orgasmos, sino a gozar del estar presente en el momento para uno mismo y para la pareja.
2)La frecuencia. Los antiguos textos chinos recomiendan que haya muchos contactos sexuales. Obviamente no dejan de tener en cuenta las edades de las personas, pero el espíritu de este punto es que no tenían reparos a la hora de recomendar los contactos.
3) La transmutación de la «energía sexual». Desde la idea del control de la eyaculación en el hombre hasta la importancia de que la relación sexual sea un vínculo que deje a las personas con un estado de plenitud y recarga vitalizadora. Si vemos los libros antiguos no hay tanta técnica como ahora, sino que se basan más en la comunión del yin-yang, en ver la divinidad en el otro. La cosa no queda solo ahí, sino en recuperar el sentido de lo sagrado de la existencia.
¿Cuál es la guía para todo esto? No lo es un libro, una técnica, un método o un gurú. El Amor es un ser y allí hay conciencia, es ese amor la guía de una sexualidad sagrada.
Daniel Curbelo