En el camino mágico occidental suele hablarse del nombre cósmico o nombre del maestro interno. Ese nombre es una palabra o un conjunto de palabras que refieren a una vibración particular, única e irrepetible, al mismo tiempo que tiene un significado que también denota cualidades esenciales específicas.  A muchas personas les resulta extraño esto y a veces la explicación que se hace es bastante dualista a tiempo que la gente llega a creer que otra persona vive dentro de sí mismos. Sin embargo la realidad es que lo que se llama “maestro interno” en verdad es la esencia misma, el sí mismo divino de cada cual.

Acceder al nombre es poder trabajar con una herramienta mántrica de gran poder que se corresponde con nuestra vibración única. A diferencia de varias escuelas que le cambian el nombre a sus iniciados, incluyendo el catolicismo donde los consagrados se nombran usando el santoral, en el camino mágico el nombre es revelado en una visión interior que normalmente se confirma tres veces.  Veamos algunas referencias al respecto:

“Érase una vez, mucho antes del tiempo tal y como lo conocemos ahora, había una chispa de luz en el corazón del divino. Esa chispa del divino estalló en millones de estrellas. Cada estrella recibió un nombre que se escribió en la palabra de Dios. Una de esas estrellas sois vosotros.”

“Dentro de cada ser humano, subsiste la chispa de lo divino en todas las células de su cuerpo. Es la esencia del ser. Dentro de esa verdadera esencia de quien sois reside el sanador interno, que detenta todo el poder curativo del universo. El sanador interno recibe un nombre conforme a la palabra de Dios. Ése es quien realmente sois.”   Barbara Brennan (Hágase la luz)

“Al vencedor le daré del maná escondido y le daré una piedrecita blanca, y grabado en la piedrecita un nombre nuevo, el cual nadie conoce sino aquel que lo recibe.”  Apocalipsis 2:17

Entonces el maestro interno es la ola en el océano del Absoluto. A través del mantra íntimo personal accedemos a la vivencia de lo que algunos llaman el “Yo soy”.  Es desde aquí donde fluye la espontaneidad, la creatividad, las mejores ideas, la manifestación de la autenticidad, la paz, la satisfacción, el contento sin motivo.

 

En nuestra experiencia de dualidad lo que ocurre es que creamos un estado mental de sentirnos separados de esa esencia y eso se transforma en un centro de gravedad donde confluyen nuestros pensamientos y lo que creemos de la vida, olvidando quienes somos de verdad.  Una forma fácil de identificar al maestro interno es reconocer el sabor de lo que siempre hemos sido desde el momento del nacimiento, desde que tenemos noción de sí mismos.  Se dice que en las profundidades de la esencia se encuentra el vacío.

Los sufís dicen que esta expresión es la personalidad que D´s toma para poder tener una biografía individual y vivir la multiplicidad, para luego aniquilarse en el No-Ser.

Daniel Curbelo

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