p.Daniel Curbelo

 

En general el ser humano no está vivenciando la vida, está pensando en lo que vive, eso nos carga del sentimiento de rutina, hastío, apocamiento, indiferencia, etc. Tenemos miedo a vivir completamente porque tememos la muerte, tenemos miedo de explotar de vida porque está el fantasma de la muerte, ahí mismo, pero no hay vida verdadera si no encaramos la muerte.

Muchas filosofías hablan de morir de instante en instante, pero eso no es «tratar de morir», sino todo lo contrario, es dejar que la vida nos traspase.

Hay una enseñanza que llega a través de sensaciones, del sentir la vida, de la energía del cuerpo, del verdadero eros, es como agua que va entrando lentamente en la mente hasta transformarla sin que te des cuenta. Es pura sensualidad espiritual. Cuando podemos experimentar la unidad de mente, corazón y cuerpo entonces vemos que se rompe la dualidad en nosotros y vivenciamos el éxtasis.

Sin embargo tenemos el tema de las emociones que nos abruman y el detalle es que desde pequeños aprendimos a no dejarlas fluir, a retenerlas, por lo tanto repetirlas y recrearlas, o también a suprimirlas tratando de no sentirlas. Al hacer eso a través del pensamiento lo que hemos hecho es disociarnos de la percepción de nuestra naturaleza original.

La propuesta de vivir viviendo es aprender a dejarlas correr. Les confieso que no es tan sencillo porque se ha formado una costumbre mental en cada emoción que sentimos de retener o suprimir, sin embargo es totalmente posible. Para empezar necesitamos hacer consciencia que el cuerpo está viviendo en el presente y en la unitotalidad de la vida. Los cinco sentidos están percibiendo el presente y de una manera no fragmentada. Cuando escuchas, escuchas el ahora, cuando ves es el ahora y así los demás sentidos.

Entonces empezaremos dándonos cuenta de nuestro cuerpo, podemos empezar por el sentido propioceptivo, o también prestando atención a por lo menos dos sentidos como el oído y la vista, por ejemplo. Entiéndase escuchar y ver el espacio. Es importante también descubrir el mecanismo que nos hace retener o suprimir las emociones. Si lo observan verán que es ese «censor interior», el «pensamiento yo» que está al acecho siempre para controlar lo que ocurre.

Empecemos ahora mismo sintiendo la sensación corporal, el presente del espacio y el sonido como un todo y entonces veremos que inmediatamente se genera una intensidad de energía que es pura presencia-conciencia.

Daniel Curbelo

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