Cuando hablamos de «energía sxual» generalmente no lo asociamos a toda la vida, en realidad es una energía de vida existencial. La pasión es la inflamación del alma, el fuego espiritual.

Para las tradiciones orientales, como el Taoísmo, esa energía —el chi, el aliento vital— se expresa como jing chi, el pulso profundo del deseo, la raíz del impulso creativo. La pasión es el río por donde fluye el alma cuando algo le importa de verdad. La transformación de ese deseo-fuego es lo que se llama transmutación

No se trata sólo del erotismo común. También sentimos pasión por aquello que nos hace vibrar: un camino espiritual, un acto de servicio, un momento con alguien que amamos. De hecho el camino espiritual es algo erótico donde existe una pasión divina basada en el anhelo de la chispa celestial.

Cuando la pasión se enciende, el chi se mueve. Y cuando el chi se mueve, el espíritu se manifiesta. Nuestra verdadera alegría está presente cuando ponemos nuestra energía vital al servicio de lo que amamos. Ahí, en ese anhelo ardiente, está la puerta. Enfocar tu pasión en lo que verdaderamente amas es entrar en el sabor de tu naturaleza esencial, un estado de comunión con tu real Ser.

Eso mismo hace que el fuego fluya por el canal central. La pregunta es: ¿Estás viviendo tu vida con toda el alma, con todo el corazón? Solo así podemos vivir en totalidad, sino seguiremos fragmentados, con una experiencia limitada del existir.

Hay una fuerza poderosa que tiene que ver con un poder de la Madre Naturaleza. La alquimia interior consiste en integrarse a la consciencia funcionando con la energía y eso en el Tantra se llama Shiva y Shakti. Esa unidad es la que genera una plenitud, relajación y estado de goce espiritual.

Daniel Curbelo

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