La visión esotérica de la vida de Jesús es bien diferente de lo que enseñan las iglesias. Parafraseando a Jung con aquello de que la figura de Cristo es un «tipo del Sí mismo» o lo que llamó «personalidad maná». Por lo cual refiere a nuestra chispa divina, algo interior y profundo que las iglesias no gustan enseñar.

En la entrada en Jerusalém en domingo de ramos Jesús es recibido con la palabra «Hosanna», la cual significa «sálvanos». No es una alabanza como se entiende vulgarmente, sino una súplica. El maestro ingresa montado en un burro como símbolo del manejo consciente de su mente animal. Recuerden que todo es un relato simbólico, un proceso interno. Quienes claman por salvación somos nosotros mismos y le pedimos ayuda a nuestro propio ser interior profundo.

La palabra «Hosana» la usaban los judíos en la fiesta de los tabernáculos, Sucot, la cual dura 7 días y en la cual se invoca a los 7 patriarcas bíblicos, uno por día. Clara alusión al trabajo interno.

La visión de un Cristo interno está muy clara en las epístolas de Pablo: «»Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí» (Gal 2:20) o también: «Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria.» (Col.1:27).

Concluyendo diremos que todo el drama de la pasión de Cristo no es ni más ni menos que un mapa del camino espiritual, un viaje al despertar de la conciencia suprema. Si quieres levantar al Cristo en ti debes hacer como Moisés en el desierto: Levantar la serpiente sobre la vara.

Levanta tu serpiente.

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