En el proceso de reencuentro con el Sí mismo real quienes hacemos un camino de Alquimia interior nos encontramos indefectiblemente con el Dragón.

Hay dos dragones, el Dragón Dorado, Celeste, y el Dragón de las tinieblas. Este último es una representación de la sombra. El dragón que enfrentamos no es externo; es el guardián de nuestras sombras internas.

El verdadero héroe no mata al dragón, lo trasciende y lo convierte en luz. Los aspectos que niegas de ti mismo son los monstruos que emergen cuando más los evitas.

No es que luchamos contra la oscuridad, sino contra la ignorancia de nosotros mismos. Para que nazca el ser consciente debemos enfrentar al Dragón, él también representa los misterios profundos del ser. Su misión es retarnos para activar nuestra profunda energía de vida, para salir de la mediocridad y entrar en la intensidad de la vida.

El Dragón Celestial es nuestro Real Ser interior, el Dragón Dorado de los taoístas, el dragón que monta Kwan Yin, la Divina Madre interior.

Escucha su llamado, llega a través de la intuición, de las sincronicidades, de los encuentros mágicos, de la inspiración, de la profunda devoción, de la contemplación de la unitotalidad de la vida.

Daniel Curbelo

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