Es posible dejarse penetrar por el desbordamiento de la vida. Es la vida la que se vive a sí misma, no es ningún “yo”. Ese fluir está todo el tiempo a nuestro alrededor y dentro de cada uno, intenta emerger aunque no lo dejamos por nuestra estructura mental social. Es muy común que aflore cuando nos enamoramos, pero no es una vivencia exclusiva de ese momento, está en el aquí y ahora.

Ese desbordamiento necesita que el humano esté en presencia y en ese silencio que todo lo sostiene. Solo llevando la atención al centro del pecho, sencillamente, dejándote llevar, sientes eso que te inunda.

Contemplando una puesta de sol o un amanecer, en el momento del amor, al mirar las montañas, al ver a los niños jugar y reírse llenos de alegría, al percibir la paz profunda de una noche estrellada, al percibirte simplemente en el ser-siendo, allí está la posibilidad del desbordamiento de la vida.

Daniel Curbelo

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