Hay una vivencia de lo numinoso en la apreciación mutua de los amantes. Es esa vivencia que los conecta con lo profundo, lo sagrado, el misterio de la vida. Es algo que está más allá de lo sexual, puede ser antes, durante o después del acto, en defnitiva la vida es un todo continuo y lo erótico sexual está más allá de los límites que la cultura dicta.
La irrupción de esta sensación aparece espontáneamente, contiene esa cualidad de la adoración, el desbordamiento del asombro, la percepción de lo bello en el ahora, un presente total no fragmentado. Es el redescubrir en la mirada del otro algo de nuestra alma hasta ese momento no reconocido.
También podemos vivenciar lo numinoso a través del arte, de la interpretación musical, de la contemplación de la naturaleza, de simplemente sentir el cantar de los pájaros, ver la puesta del sol, mirar la majestuosidad de las montañas; a través de la atención a nuestra esencia misma y su inefable y eterna presencia.
Por eso cuando hablamos de lo sagrado nos referimos a todas estas cosas, su marca de fábrica es el silencio. Por lo tanto ya sea arte, ciencia, religiosidad, deporte o sexualidad no se vuelven sagrados porque se hagan de cierta manera, sino porque la vivencia de lo Inmenso está presente.
Daniel Curbelo
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