“No discípulos doctos, sino discípulos amantes” me dijo mi maestra sufi hace muchos años. Hay una espiritualidad más allá de los libros, de las técnicas, de toda la palabrería new age que tanto abunda ahora. Es el camino del amante, aquel que vive en el encantamiento de éxtasis de amar todas las cosas.

Ama y se deja amar por todo. Abierto al universo puede hacer el amor con las estrellas. Cuando toca sabe que toca a toda la naturaleza. Cuando se estremece sabe que es la vida la que se estremece. Cuando suspira es el aliento de lo eterno lo que manifiesta.

Respira pasión, irradia alegría. Ante las dificultades de la vida siempre se recuerda a sí mismo aquella frase “el vacío es alegría”. No rechaza el dolor, se permite sentir sus emociones, se conecta con su humanidad para vivenciar también lo divino. A veces también es arrastrado por la vida, repite situaciones, se rompe, pero se levanta y sigue.

La existencia parece vertiginosa, pero él la ve más lenta, porque la ve desde la armonía, desde un suave fluir. Sabe cuando actuar enérgicamente y cuando ser el perfume de la flor apenas movido por la brisa para que todos lo sientan.

Así también hace el amor…les dejo una frase de Rumi: “Dondequiera que estés, sea cual sea tu condición y hagas lo que hagas, sé siempre un buen amante”

Daniel Curbelo

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