Es un concepto del taoísmo que está compuesto por dos ideogramas: Wu, que significa «no» o también «no ser»; y Wei que significa «hacer» o también «para» o «por». Por lo cual se traduce como «no hacer»; «hacer no intencional»; «hacer espontáneo». Tradicionalmente se dice «el sabio nada hace, pero nada le queda por hacer». Es parecido a nuestro aforismo mágico que dice así:
«Un mago no se esfuerza, atrae magnéticamente la situación»
¿Y cómo hace el mago para atraer lo que desea? Pues se ordena interiormente, se centra, se asume a sí mismo. Según el Taoísmo el Emperador solo tiene que practicar la virtud y su país estará bien gobernado.
De manera que si queremos actuar sabiamente debemos ser como el agua y su naturaleza femenina. El agua es blanda y débil, se adapta a todo, pero asimismo puede erosionar una roca, humedecer una casa y destruirla por sus cimientos. De ahí viene el concepto de fluir. Cuando muchas veces decimos «no hay que hacer nada en el camino espiritual» nos referimos a ser como el agua, fluir como ella.
¿Dónde estaría el río del fluir en nuestra vida? En la cadena de acontecimientos que se vienen sobre nosotros y que al tratar de controlarlos no somos como el agua, terminamos siendo como la roca y no contra el agua, sino contra otras rocas, conclusión salimos magullados.
Muchas veces se interpreta que tenemos que renunciar a nuestra voluntad personal, sin embargo hay un hacer no forzado que sí tenemos que tener en cuenta para estar en el fluir. Cuando surge un problema siempre intentamos intervenir, es nuestra mente condicionada para «el hacer». No hacer sería acción espontánea, no hay protagonista mental.
Vean que por ejemplo mucha gente se sienta a meditar y en realidad están haciendo un esfuerzo por estar horas sentados allí, eso es hacer, no es wu wei. Es forzar el cuerpo y la mente.
Cuando tenemos una cadena de eventos en proceso wu wei sería dejar fluir el proceso. No quiere decir que no hagamos nada, hacemos lo necesario y luego esperamos, dejamos que el Universo se mueva. Eso es yin y yang, hago la propuesta y luego espero las respuestas, no trato que me respondan, no fuerzo a que me respondan.
Según el Tao y el Zen si aprendemos a actuar así surge algo que podríamos llamar «conciencia lúcida», o sea un VER, una percepción de lo que ocurre, entonces naturalmente se da un cambio. Para ellos eso de «cambia tu vida con estas técnicas» no corre mucho, el cambio real ocurre cuando hay un VER. Sin esa claridad lo que hacemos muchas veces es dar vueltas sobre lo mismo. Pero ese VER no es artificial, surge naturalmente del escuchar la situación, del esperar.
Necesitamos aprender la escucha atenta, las emociones pueden ser escuchadas, las situaciones pueden ser escuchadas, nosotros mismos necesitamos escuchar lo que nuestro corazón tiene para decirnos.
En realidad wu wei es ir siendo con lo que va ocurriendo, cooperando con lo inevitable. La fruta cae del árbol cuando está madura.
Escuchar y aparece la respuesta. Esperar y escuchar-yin; actuar espontáneo-yang.
A partir de allí surge de verdad la magia, la magia más poderosa de todas, la magia de Ser lo que se Es.
Daniel Curbelo
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