Muchas veces nos hemos visto en eso de que «soy raro/a», no encajo en ciertas cosas, ideas, formas de sentir, etc. ¿Por qué quieres encajar? Porque nos enseñaron que hay que encajar, pero si tratamos de hacerlo entonces estamos forzándonos a ser otra persona. ¿Por qué ser otra persona? Para ser aceptados, amados, respetados, etc.
Resulta que cuando uno incursiona en caminos de espiritualidad también le dicen que tiene que ser otro. Por un lado le hablan del ser y su esencia, pero por otro lado está aquello de lo que un espiritualista hace, cómo se viste, cómo se alimenta, las prácticas que hace y hasta cómo hace el amor. Conclusión esas doctrinas se terminan metiendo en la cabeza de la gente y se vuelven un sistema más.
Resulta que lo que nosotros llamamos «raro», nuestra rareza, viene a ser la forma particular de nuestra esencia que tiene la posibilidad de tener una comunión con la existencia de manera única. No hay otra rareza igual y es reprimiendo eso como te conviertes en un muerto viviente y no aportas nada nueva a la vida.
Tomemos el ejemplo de nuestro cuerpo y veamos cuántas cosas únicas tiene: el ADN; la voz; el iris; las orejas; la forma de caminar; la lengua; las huellas digitales; los dientes; la retina; el rostro; las ondas cerebrales; los latidos del corazón y seguramente me olvido de alguno más.
Esa rareza es una manifestación de tu particularidad divina. Cuando aceptamos nuestra rareza viene un sentimiento de acomodo, de serenidad. Nuestra esencia es única e irrepetible. Por lo tanto ama tu rareza.
De mi alma a tu alma.
Daniel Curbelo
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