El vínculo con un maestro tiene que ver con un encuentro real, no de roles ficcionados, no del circo del gurú y el discípulo que anda todo el tiempo con aquello de “mi maestro dijo, mi maestro para acá, para allá”. Es un encuentro de Shiva consigo mismo, él es el maestro y también es el discípulo. Es el espíritu y la materia.

Es un momento en el que puedes ser vulnerable y dejar de ocultar toda tu podredumbre, porque ese Gurú por resonancia te desnuda y a ti no te importa, porque sientes ese momento muy sanador. Te permite verte a ti mismo, salir del sistema de defensa porque el Gurú tampoco tiene nada que defender ni que imponer. Él está más allá del sistema y quizás por unos instantes tu también puedes estar más allá de tu propio sistema, en ese momento emerge tu presencia porque esa es la función del gurú, hacer resonar tu ser profundo, habitar el espacio del ser.

Cuando la relación es real desaparece el constructo maestro-discípulo, y son dos no diferenciados que se vivencian mutuamente. Es algo místico, erótico que refiere al ágape de los antiguos griegos. Esto puede ocurrir en cualquier vínculo, sin embargo, el vínculo con el Gurú tiene un sabor a amor absoluto que rara vez se ve en otro vínculo.

Cuando esto pasa ocurre una unión a nivel espiritual que no se rompe más. No obstante, no debemos olvidar que, como reflejo de nuestro mundo interno, él representa nuestro propio maestro interior. Cuando vemos al Gurú en realidad nos vemos a nosotros mismos.

Daniel Curbelo

Categories:

Tags:

No responses yet

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *